jueves, 23 de octubre de 2008

revista coartadas nº 4

SEMINARIO DE NARRATIVA

Coordinador: OSVALDO GALLONE

Borges y Borges

Acaso una página como “Borges y yo” (El hacedor) pueda tener un correlato de índole especulativa y raigambre filosófica, tal vez se pueda trascender la interpretación consagrada por la costumbre que incita a pensar en una inflexible dicotomía: un Borges íntimo que vive para que el otro trame su literatura.

Huelga señalar la importancia que una corriente filosófica como el idealismo tuvo para la obra borgeana. Baste puntualizar textos como “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius” o, en colaboración con Bioy Casares, “Esse est percipi”. En estos dos cuentos, la incidencia de las ideas del obispo George Berkeley resulta indiscutible, Berkeley desarrolla en la historia de la filosofía lo que se conoce como “idealismo subjetivo”; le tocará a Fichte (1762-1814) desplegar los presupuestos del “idealismo lógico”.

Fichte, sobresaliente discípulo de Kant, no parte del análisis del contenido de la psique (como lo hace Berkeley) sino de la crítica de los principios que sirven de fundamento a toda ciencia. La proposición “A es A” parece ser el punto de partida desde el cual puede instaurarse un sistema de conocimientos. Pero, Fichte se pregunta: ¿es ése un punto de partida? Se puede admitir que “A es A” sea un juicio, pero, ¿cuál es su sentido? El siguiente: si A es A, entonces es A; pero si A no es, entonces ni es A ni es nada. Es un principio que no asegura la realidad de A, sólo ofrece la forma (meramente exterior, enunciativa) que ha de tener un principio para ser tal. Un principio debe ser un juicio en que junto con la forma ya esté dado el contenido, en que contenido y forma se determinen recíprocamente. Fichte concluye que un principio de tales características sólo puede ser: “Yo soy yo”. No se podría decir –como en “A es A”-: “Yo soy yo, si soy; pero si no soy…”, el yo está afirmado sin condiciones, es el principio del conocimiento de la realidad.

Pero en el “yo soy yo” se puede advertir una reflexión del yo sobre sí mismo, que se desdoble en sujeto y objeto. El filósofo argentino Vicente Fatone (Lógica y teoría del conocimiento, Kapelusz, 8va. ed., 1960, p. 108) acerca un símil esclarecedor: cuando el boxeador pelea con su sombra, la sombra es un contrincante que él mismo crea y, a su vez, ese contrincante es él mismo, gracias a que su yo se proyecta como contrincante puede ir realizándose a sí mismo como pugilista; la sombra no tiene actividad propia, sino prestada, pero sin esa sombra el que la proyecta no podría ser activo.

El yo se opone así al yo, crea su propio obstáculo y experimenta ante él un choque que lo obliga a recogerse, a replegarse, y crear un nuevo obstáculo, y así indefinidamente. Lo que Fichte llama “no yo” es el yo proyectado (la sombra), es un producto del yo. El yo se pone a sí mismo como objeto y se crea un obstáculo para que le sea posible, superando ese obstáculo, realizarse mejor como yo: el yo crea un obstáculo para vencerlo.

Acaso se pueda postular que la filiación idealista de una página como “Borges y yo” derive de la doctrina fichteana y no, meramente, de una escisión entre las esferas privada y pública. En el choque, en la fricción entre esas dos construcciones (Borges y Borges) es donde se genera el impulso necesario para que la identidad se supere a sí misma trascendiéndose (trascendiéndose a partir de una superación, no de una alteridad). Uno no hace sino efectivo al otro, torna en acto (creativo) lo que no llegaría a ser sino potencia (especulativa). No hay separación, sino interacción; una resistencia necesaria para que se ponga en movimiento la dinámica, uno le proporciona al otro el estímulo sin el cual no obraría. No otra cosa es la relación entre el yo y el no yo fichteano.

Borges ha declarado: “Esta página ha tenido mucho éxito. Tanto es así, que en Alemania han publicado –creo que en el Insel Verlag, la Editorial de la Isla- una antología mía, y esa antología se titula Borges und ich (Borges y yo). Tomaron ese título para… título del libro. Y creo que en la contratapa está esta pieza. Traducida al alemán. Y muy bien traducida.” No parece gratuito que en la patria de Fichte una página que mente la dualidad del yo merezca unánime repercusión.

viernes, 17 de octubre de 2008

COARTADAS Nº 4

TALLER DE ESCRITURA CREATIVA

PARA JOVENES

Coordina: MARTA BRAIER


La libertad de crear

en el ámbito del Taller de Escritura

Grupo de pertenencia intelectual y afectiva, el Taller destierra el mito de inspiración súbita o aquel del escritor “genio”.No da recetas. No inventa escritores. No instruye saber. Posibilita un nuevo saber. La función del coordinador es acompañar, guiar, ayudar a abrir el imaginario, orientar con lecturas, dar herramientas técnicas para una práctica del quehacer literario con disciplina, rigor formal y libertad en el pensar y en el sentir. Cerrajero de innumerables llaves, el coordinador, abre puertas; ayuda a dar a luz. Hay que atreverse. La escritura es aventura y riesgo. Hundiéndose en el entramado de las intuiciones más hondas, se podrá llegar a lo singular, al estilo que identifica.

Hay que enseñar a esperar, deponer el orgullo y la ansiedad. Escribir y reescribir. Leer con agudeza y saber “leerse”.Cuanto más se lee, mejor se escribe.

El escritor ilumina el caos que la cotidianidad arrastra o el hábito niega. Bienvenida la dignidad del creador que rescata nuestra humanidad esencial y nos devuelve al mundo más blandos, vulnerables.

Marta Braier





Betina Bartol

      La paranoia del sentido

      ha engendrado un espejo real

      que ha liberado al preso.

      Supongamos como Alicia

      Salgamos como el Quijote

      porque todo se pierde.

      No hay mitología

      y la palabra que baila es ausencia

      desaparece del gran relato

      He extraviado mi historia

      Imágenes en palabras,

      círculo en círculo

      espejo en espejo

      ¿pero qué se refleja?

      Eso. ¿Lo viste?

      Palabras en sonido,

      emociones en lápidas de tinta.

      Y el lector detective

      que ataca el texto

      lo ultraja

      lo imagina

      lo comprende

      ¿y él ¿ a qué juega?

      El que busca las frases

      las captura con su red

      salta de historia en historia

      hace malabares

      con la realidad que ruge

      sueños.

Mónica García Jiménez

En las sombras mi alma destella luz buscando un camino hacia mi cuerpo. La pérdida de contacto me agobia, complejo ser inerte. La identidad se confunde. Vuelvo a él como siempre en busca de paz: sus manos.

Es la soledad que se contagia en esta gran ciudad, la falta de sentido que rodea todo como un manto negro. Encontrarme se vuelve adictivo y sin sentido, ahí estoy esperándome para quererme.

Me enloquece la idea de perderme adentro mío como en un laberinto sin salida.

Andrea Ignatti (16años)

      EN EL FONDO DE LOS MARES

      Allí mi alma

      en el fondo del mar

      alejada de mi cuerpo

      Ya nada queda

      más que la soledad

      La carencia del espíritu

      me sumerge en la pena

      sin sentimientos

      ni razón de existir

      Qué será de mí

      si es que algo queda

      No tengo posesiones

      ni nadie que me diga

      no dejes de existir

      Sólo pido piedad por una sombra

      En la profundidad del mar

      estaré

      en busca de lo perdido

      allí mi alma

      alejada de mi cuerpo

Ana Kleiner








    Foto de familia

    Páramo gris

    mas allá del patio.

    La madre en el centro,

    labios apretados.

    Alrededor los niños,

    tomados de su pollera,

    el más pequeño en brazos.

    La ausencia del padre

    se percibe en los rostros de ceniza,

    manos a manos aferradas,

    miradas bajas

    del desamparo.

Oriana Padello


      Saltar la banca

      Money money

      moneditas suenan en los bolsillos,

      money money

      bienvenido al circo del dinero.

      Whisky, mujeres y fichas apuestan.

      la realidad de neón sofoca,

      la vigilia del derroche gobierna.

      Adentro no juega el sol

      no juega el tiempo.

      Ay cash

      Ay clin caja-clin caja y

      ananás, cherrys y sandías corruptas,

      macedonia que rueda sin cesar

      sin ganar.

      Ya no va más.

      Ruleta de valores para desamorados,

      Y una bolilla blanca de paz.







Sofía Paz

Otra vez

Me cansé de esperar con un sonido en mis orejas

Aguardando copa en mano

Y esta cosa indescifrable elevándose en mis venas

Me cansé de esperar

    Rubro 59

    Una habitación oscura y ella sola

    El jazz sacudiéndose en el vinilo

    El licor quemando en su garganta

    Hace frío y las lágrimas duelen

    El reloj que marca las doce

    Sedimento de todo restos de nada

    Alquiló su cuerpo

    Él se ha marchado

Vendió su alma

sábado, 11 de octubre de 2008

COARTADAS Nº 4

TALLER DE CUENTO

Coordinador: VICENTE BATTISTA

Ana Menéndez

La decisión

Bajó del tren y se sentó en uno de los bancos de la estación. Tenía frío pero demasiada pereza para buscar un abrigo. Veía pasar la gente apurada, controlaban sus relojes, casi corrían. Tal vez temerosos de no llegar a horario.

El tren partía. Se quedó mirándolo hasta que desapareció el último vagón. La atravesó un ligero temblor. Se repuso enseguida, lo había meditado bastante, ya no tenía dudas. Encendió un cigarrillo y se entretuvo en seguir el recorrido de las volutas de humo. Parsimoniosas, relajadas. Palpó el dinero que llevaba en el bolsillo. No era demasiado. Recordó la bandeja de sándwiches que había comprado en la última parada. Aún permanecía intacta asomando apenas por el cierre del bolso.

Un hombre se acomodó a su lado y ella hizo el ademán de correrse como quien rechaza cualquier contacto. Él tenía el pelo blanco, vestía un sobretodo gastado y una bufanda atada al cuello. La miró y sonrió. Ella dio vuelta la cabeza. Molesta por la compañía se levantó y empezó a caminar hacia la calle.

Sintió los ojos del anciano que la seguían e imaginó la historia que estaría tejiendo en torno a ella. Se rió. Nadie podía sospechar el lugar que había abandonado ni vislumbrar su decisión. Alguien la empujó al pasar y la hizo trastabillar. Se volvió para insultarlo pero no pudo distinguir quién había sido. Se tragó la bronca como otras tantas veces. Siempre lo mismo. Ella callaba y todo seguía igual. No tan cerca, había dicho él y disparó, levantá los brazos un poco más, sostenete el pelo, así. Casi las mismas poses, idénticos encuadres y el mal humor de siempre.

A pesar de la llovizna decidió caminar antes de tomar un taxi. Le encantaba sentir el agua empapándole el pelo y la ropa. La lluvia se hizo más intensa. Mientras la gente trataba de guarecerse ella se sacó los zapatos y despreocupada continuó el paseo. Otra vez se figuró ojos que la seguían en ese deambular incomprensible. Otra vez rió. Tampoco ellos, como el hombre de la estación, podían figurarse de dónde venía ni hacia dónde iba. Vos sí que hacés un laburo piola y encima ganás buena guita, solían decirle sus amigos.

Había oscurecido y cesado la lluvia pero persistía el frío. Abrió el bolso y sacó una campera. La bandeja de sándwiches se deslizó y la vio hundirse en un charco de agua turbia. Se enfundó en el abrigo dispuesta a no interrumpir el placer de esa libertad sin tiempo. Acaso la lluvia fuera la mejor compañía: no intentaba adivinar, no elucubraba hipótesis, solo persistía en su afán de inundarla.

Después de varias cuadras entró a un bar y pidió un café. Sentada cerca de la ventana se distrajo con el ajetreo del día que terminaba. Sin embargo todavía es temprano, pensó. -A ver, más arriba el mentón ¿Qué te pasa?, concentráte querés, ¿sos o no sos una profesional? Tengo que entregar el material mañana a primera hora. Eso era lo único que importaba.

Esta vez el tiempo no la urgía, más bien estaba disfrutándolo. Como cuando en la infancia podía emplear horas en observar una procesión de hormigas que transportaba su carga. La reconfortó el recuerdo. Pidió otro café y dejó que esos días la invadiesen. La casa de los abuelos escondida entre los eucaliptos, las escapadas a la hora de la siesta. Un palo como bastón y a desafiar el peligro de perderse entre senderos interminables. No tengo que tener miedo, solía pensar, siempre que vea la veleta sabré volver a casa. Y siempre volvía antes de que empezaran a preocuparse. Recordó a un amigo que tenía entonces, un chico menor que ella, de mirada lánguida y bastante extraño. Hablaba muy poco pero cuando se encontraban le llevaba piedras de diferentes formas que ella guardaba como pequeños tesoros. El nunca quiso decirle donde vivía. Siempre lo encontraba en un lugar distinto. Le gustaba lo inesperado de esos encuentros Un día no lo vio más, y al tiempo enterró las piedras en uno de aquellos senderos.

En el bar, fantaseó que lo veía sentado frente a ella. Se oyó contándole la decisión que había tomado. Saboreó el asombro en la cara de él. Trató de imaginar los reproches, aunque jamás él hubiera dicho nada para contradecirla. Lo vio bajar los ojos como tantas veces. Intentó sonreírle con ternura, pero él ya había desaparecido.

Eran más de las once cuando pagó y se fue.

jueves, 9 de octubre de 2008

revista coartadas nº 4

Clínica de escritura poética

Coordina: Liliana Lukin






Dirigida a escritores inéditos que tengan un libro o proyecto de libro, se propone profundizar en los problemas conceptuales de las propuestas, leer y pensar el proyecto de libro y trabajar en su estructuración.

La Clínica ofrece un espacio de lectura, conversación e intercambios teóricos (poesía, cine, artes plásticas) y un modo de acercamiento a autores y libros que circularán como una videoteca y biblioteca propia: multiplicación de un deseo de escritura, experiencia de nuevas propuestas estéticas.










Williams Anselmo


      Puesta en escena

      Somos los que deben estar

      en el continuo desplegarse de los hechos,

      ese precario ser que plañe cada vez

      que la suerte voltea.

      Tratando de enfocar todo bajo la luz

      de la meditación y la conciencia

      a veces encontramos lo intangible,

      un agua suave y persistente.

      Hasta el maravilloso esfuerzo

      para dar con la tecla de lo que nos subyuga

      ha sido contaminado, y no todos los concurrentes

      se sienten en la obligación de dar cuenta de ello.

      En la escena hay una transformación,

      y es un sacrificio lo que ella significa:

      con pasos inseguros siento el conspirar

      de la escenografía a mis espaldas.




Inés Bianchi

      JUEGO

      las baldosas del vestíbulo

      son negras y blancas

      como un tablero de damas

      y frías aún en verano

      ella lo sabe

      sus guillerminas de cuero

      como fichas de madera

      un pie en la negra otro en la blanca

      hasta que llega a la puerta que se abre

      y la dama sale del juego

      ninguna conciencia

      de la conversación que flota

      como niebla tardía

      ninguna conciencia

      de las palabras sueltas

      las cucharitas suenan sobre la porcelana

      en la tarde de té

      pero ella ha dejado la silla vacía

      un pie en la negra otro en la blanca

      los otolitos caen por el vestíbulo ceroso

      su humor recorre las paredes débiles

      cuando suenan los cuencos

      en re en do en si

      corren a esconderse otra vez

      al que más le temen es al si

      que suena con toda su fuerza

      la oración sagrada de las alturas

      un pie en la negra otro en la blanca

      suenan los cuencos de cuarzo

      urgidos por la oración

      entonces

      ellos se quedan quietos.


Daniela Camozzi

      Estilo

      El antebrazo articula arrugas casi beige,

      manos contraídas que, en su delirio,

      irradian espejismos.

      Hay mudez que incita al apagón,

      días que transcurren

      en puestas en escena baladíes.

      ¿Baladí dije? Es que hay ardor

      en la aureola, en cada minúsculo

      aspecto del acontecimiento.







Laura García Elorrio

      Selección Natural

      Busco padres deslenguados y mancos

      que toquen con friega de lomos,

      prediquen roces con hocico

      y muestren también sus patas enlodadas.

      Que entreguen a bocado la comida

      sin que medie ni el aire alterando

      el puro don sabroso del instinto.

      Busco padres criados por padres sueltos de cumplir,

      que pastaron hojas de la especie

      y reptaron rutas de conservación.

      Brama de padres festejando vigores,

      que inviten a seguir el curso de los ojos

      para hacer cada uno su avistaje.

      Seres postulantes pongan en remojo toda pose:

      aquí el miedo suelta cadena de mordiscos

      cuando intuye abusador en falso blando.










Tania García Olmedo

    uno

    El pasado del junco es

    la sombra de los peces en la

    siesta.

    En la hondonada del pecho

    cae la piedra

    su eco me persigue.

    Ámbar claramente

    de pie y sin armadura

    piedra que late en la mano

    luna que no conoce flores blancas

    todo eso y

    una chalina de pájaros

    durmiendo cuando yo

    muerdo el dedo de tinta.

      Silvia Makler

        Caricia

        Opaco es el tacto del deseo

        una pulsión de terciopelo

        inicia el viaje

        como una gaviota

        lanzada hacia una nave

        ah, ese pájaro roza un secreto

        ese pájaro

        es como un naufrago

        sobre su maderamen

Victoria Palacios

      La seducción de la barbarie

      Altura musical,

      donde el atardecer

      se desvía y me acerca

      a la mínima

      contracción de esa sombra

      en vuelo.

      No es el lenguaje

      una sola aproximación

      de mi intelecto.

      Es el ruido de la papaya

      al abrirse,

      y su dulzura completa,

      la que hace una torsión

      para retenerme

      y expulsarme de lo que soy

      estando.

      Puedo mirar el espacio

      construido desde la curva

      de esta carnadura,

      pero no puedo

      acercar mi mirada

      a la tenacidad de lo arrasado.

      Como la semilla

      al caer en la tierra

      mi palabra, al acomodarse

      en su regazo, baila,

      y al bailar se cuida.


Lucas Serra






      Otoño

      Hay vida más allá del jardín

      sé que se pastan ocultas cosas femeninas.

      Dicen

      que cabros devoran las manos.

      Padre urde sus dientes

      en fundas de terciopelo.

      Se

      sabe

      “hay que servir la mesa

cuando el celo”