Taller de poesía
Coordina: MARIO SAMPAOLESI
Patricia Alonso
VIEJO MUNDO
“... un grueso muro de promesas incumplidas...”
Cae el sol. La mujer saca, del primer cajón del único armario del único cuarto, un tarro de pomada. Unta los zapatos, regalo de un agradecido, y los lustra, como siempre a esa hora. Taco alto. Negros con hebilla plateada. Colorea las mejillas, acomoda con un broche rojo su cabello, negro con rulos. Mira el pequeño espejo cubierto de manchas de humedad, así la piel de los ancianos. Y sale con la cartera de charol colgando de su brazo derecho. Corta los mosaicos en damero, veintitrés negros, veintidós blancos, la rutina es aplacada por los números. Atraviesa el pasillo oscuro. Pierde. Desde hace muchos años pierde en la tómbola de la victoria. Parada, todas las noches sin descanso, en la misma esquina del barrio de Constitución. Con los pulmones negros apoyados en el paredón anestesia las horas. Huele la grasa de los puestos ambulantes. La pollera roja de vinilo también es oferta ligera. El corset rancio levanta sus pechos aún firmes y atrae las miradas famélicas. Las manos atienden pedidos tan reales como las llagas de su garganta. No hay medicinas en las calles donde sopla el viento gélido del sur. Suspira por una casa con flores amarillas y con un niño durmiendo sobre el pecho; mientras, las baldosas rotas salpican los zapatos.
Jonás Braguinsky
La nada entre los dedos
“las manos que se dan no pesan nada”
Paul Eluard
La memoria
es un sueño
suavidades de agua en la mirada
la nada entre los dedos
la arena
es rastro, huella, mensaje
la nada entre los dedos
un segundo, mil años
iguales en la muerte
antes, después
manos abiertas, gracia leve
la nada entre los dedos
Flora Levi
Final 1
Las sábanas blancas
arden en la piel
pustuloso hueso
trincha carne
Afuera hay fiesta
degüellan los pavos
la sangre chorrea
Entre las paredes
el cura lee la Biblia
alguien llora
en un espacio quieto.
Héctor Luanco
RAGAZZINA
Ensoñadora
la mirada se pierde en la ventana
imagina el viaje
de su madre niña
hacia el exilio.
La barca cruza el mar
traslúcido,
acosada
por el bruto sol del estío.
La isla volcánica
-blancas colinas como calvicies plenas-
invita al descanso.
La niña pide permiso a su madre:
en nívea enagua
trepa hacia lo alto,
para bajar
en alocada carrera,
sumergiéndose en el mar.
Repuesta del agobio
sube de nuevo a la barca,
que parte hacia su destino
¿volverá alguna vez a pisar,
su rocosa tierra siciliana?
Carlos R. Marchese
Sobretarde
¿Será lo eterno?
el ir y venir de la gente
por la calle, la estación
y el viejo edificio de Correos
la larga sombra de las torres
y esa hora de la sexta
en plaza Miserere
con el muerto
solo
en el medio
Y dentro de todo
aquello
la brisa del balcón
el color de las nubes
por el oeste
la oscuridad
próxima
tras surcos
de luz
La alegría
el hálito antiguo
regresa
Y cerca,
la felicidad
acribillada
aún se arrastra
gorgotea
muy cerca nuestro
como el rumor
de un río subterráneo
Alicia Leonor Orlando
ELLA
a Isabel Merellano
Ritmo cercano a un roce
hasta el final
no indiferente
a la ventana con luz
a la ofrenda de mixtura
de formas en formas de
varas de zahorí
espíritus rituales en tu mano
acabalgada con anillo de peltre
como en un tiempo antiguo
sombras visten tu cuerpo
isabelizan tu perfil
pura contemplación
tu mirada que
salta al otro lado
donde guardas tus mantras
des ordenados
quebrados
en comas
entre comas
fragmentos de tu rostro
fragmentos de tu mano
acabalgada con anillo de peltre
¿tras que objet trouvé?
¿tras que fantasmas?
MMarta Rojzman
COMO UN LEÓN AL MEDIODÍA
ella le dijo que era hermoso como un león al mediodía, le dijo que no le iba a decir cómo le gustaba su olor profundo, enmarañado como la melena al sol. que no le iba a hablar de su decisión de que le hiciera el amor cuando lo vio en el antro palaciego, antes de que él supiera que la iba a tomar por atrás en el desierto, con el rugido orgulloso en las orejas ardidas, que no le iba a hablar de sus entradas y salidas de escena, que no le iba a decir de la isla, del bibelot, de la máquina de hacerle estallar las ideas, de las antiguas poesías calientes, de los colores del deseo más fuerte, más salvaje. no le iba a hablar de los amoremas infinitos, ni de la danza del abismo deleitoso. sólo le iba a contar que en el museo de la diosa embalsamada su abrazo le produjo el estremecimiento incendiario más fuerte de su vida.
María Fernanda Sánchez Barros
CONFESIONAL
“Quien se limita a contemplar / no tiene hambre,
no se acuerda de sí, de sus raíces, ha olvidado a su
madre, se limita a buscar información. Le pasó / lo más terrible:
no desea”
Juan Gelman
La realidad del cielo no es real
Dijo Miguel Angel.
Después / antes de Gelman, cuando el amanecer
entró con el sol por la ventana
nos contamos sueños.
-Ni un pajarito nos anunció la madrugada,
-No hay pajaritos, me dijiste.-
Es solamente así que te conozco, te reconozco(...)
y vos me conoces.
Pienso en el exilio del amor y en su destierro,
veo la ropa al costado de la cama, guardando la realidad
de la que somos cómplices sin serlo.
El deseo es necesidad de cambiar lo contemplado
-Hasta Salguero
le dije la otra noche a un taxista
La cristalinidad
de tu mano en el pincel
es implacable.-
Juan Marcelo Warijchuk
La cátedra del macho
En una casa de tatuajes, cayó ese oficinista, motoquero, con toques de maricòn sensible; usa traje oscuro y corbata gris de seda. Ese tipo se hace el metalero scuchando Nightwish y O’ CONNOR, mira los Cariñositos y tiene un bolso de “Hello Kitty”. Él está en ese tugurio que apesta, para hacerse un tatuaje de oso cariñoso, ya tiene uno de los teletubbies en el culo y otro de frutillita en el pecho. Se mira en el espejo, escucha Motorhead en su celular con MP3, y saca fotos de los posters de Megadeth y Iron Maiden. Se enorgullece de sus piercings en los pezones, y se hace el duro, con una agenda de Para Ti. Su único deseo fue ese tatuaje multicolórico, lleno de niñez absurda, de amor de niño desamparado. Después monta su moto y se va hacia el departamento, adornado de orquídeas, rosas blancas, almohadones rosados y paredes con cinta púrpura de empapelar. Él es un pseudomarica; para a comerse diez choripanes sin tomar vino y se va a su casa, donde lo esperan: los sillones fucsia, el acolchado lila y una taza de té.