martes, 16 de diciembre de 2008

revista coartadas nº 4

Taller de poesía

Coordina: MARIO SAMPAOLESI

Patricia Alonso

VIEJO MUNDO

“... un grueso muro de promesas incumplidas...”

Cae el sol. La mujer saca, del primer cajón del único armario del único cuarto, un tarro de pomada. Unta los zapatos, regalo de un agradecido, y los lustra, como siempre a esa hora. Taco alto. Negros con hebilla plateada. Colorea las mejillas, acomoda con un broche rojo su cabello, negro con rulos. Mira el pequeño espejo cubierto de manchas de humedad, así la piel de los ancianos. Y sale con la cartera de charol colgando de su brazo derecho. Corta los mosaicos en damero, veintitrés negros, veintidós blancos, la rutina es aplacada por los números. Atraviesa el pasillo oscuro. Pierde. Desde hace muchos años pierde en la tómbola de la victoria. Parada, todas las noches sin descanso, en la misma esquina del barrio de Constitución. Con los pulmones negros apoyados en el paredón anestesia las horas. Huele la grasa de los puestos ambulantes. La pollera roja de vinilo también es oferta ligera. El corset rancio levanta sus pechos aún firmes y atrae las miradas famélicas. Las manos atienden pedidos tan reales como las llagas de su garganta. No hay medicinas en las calles donde sopla el viento gélido del sur. Suspira por una casa con flores amarillas y con un niño durmiendo sobre el pecho; mientras, las baldosas rotas salpican los zapatos.



Jonás Braguinsky

La nada entre los dedos

“las manos que se dan no pesan nada”

Paul Eluard

La memoria

es un sueño

suavidades de agua en la mirada

la nada entre los dedos

la arena

es rastro, huella, mensaje

la nada entre los dedos

un segundo, mil años

iguales en la muerte

antes, después

manos abiertas, gracia leve

la nada entre los dedos














Flora Levi

Final 1

Las sábanas blancas

arden en la piel

pustuloso hueso

trincha carne

Afuera hay fiesta

degüellan los pavos

la sangre chorrea

Entre las paredes

el cura lee la Biblia

alguien llora

en un espacio quieto.













Héctor Luanco

      RAGAZZINA

      Ensoñadora

      la mirada se pierde en la ventana

      imagina el viaje

      de su madre niña

      hacia el exilio.

      La barca cruza el mar

      traslúcido,

      acosada

      por el bruto sol del estío.

      La isla volcánica

      -blancas colinas como calvicies plenas-

      invita al descanso.

      La niña pide permiso a su madre:

      en nívea enagua

      trepa hacia lo alto,

      para bajar

      en alocada carrera,

      sumergiéndose en el mar.

      Repuesta del agobio

      sube de nuevo a la barca,

      que parte hacia su destino

      ¿volverá alguna vez a pisar,

      su rocosa tierra siciliana?



Carlos R. Marchese

    Sobretarde

      ¿Será lo eterno?

      el ir y venir de la gente

      por la calle, la estación

      y el viejo edificio de Correos

      la larga sombra de las torres

      y esa hora de la sexta

      en plaza Miserere

      con el muerto

      solo

      en el medio

      Y dentro de todo

      aquello

      la brisa del balcón

      el color de las nubes

      por el oeste

      la oscuridad

      próxima

      tras surcos

      de luz

      La alegría

      el hálito antiguo

      regresa

      Y cerca,

      la felicidad

      acribillada

      aún se arrastra

      gorgotea

      muy cerca nuestro

      como el rumor

      de un río subterráneo

Alicia Leonor Orlando

      ELLA

      a Isabel Merellano

      Ritmo cercano a un roce

      hasta el final

      no indiferente

      a la ventana con luz

      a la ofrenda de mixtura

      de formas en formas de

      varas de zahorí

      espíritus rituales en tu mano

      acabalgada con anillo de peltre

      como en un tiempo antiguo

      sombras visten tu cuerpo

      isabelizan tu perfil

      pura contemplación

      tu mirada que

      salta al otro lado

      donde guardas tus mantras

      des ordenados

      quebrados

      en comas

      entre comas

      fragmentos de tu rostro

      fragmentos de tu mano

      acabalgada con anillo de peltre

      ¿tras que objet trouvé?

      ¿tras que fantasmas?




MMarta Rojzman


COMO UN LEÓN AL MEDIODÍA

ella le dijo que era hermoso como un león al mediodía, le dijo que no le iba a decir cómo le gustaba su olor profundo, enmarañado como la melena al sol. que no le iba a hablar de su decisión de que le hiciera el amor cuando lo vio en el antro palaciego, antes de que él supiera que la iba a tomar por atrás en el desierto, con el rugido orgulloso en las orejas ardidas, que no le iba a hablar de sus entradas y salidas de escena, que no le iba a decir de la isla, del bibelot, de la máquina de hacerle estallar las ideas, de las antiguas poesías calientes, de los colores del deseo más fuerte, más salvaje. no le iba a hablar de los amoremas infinitos, ni de la danza del abismo deleitoso. sólo le iba a contar que en el museo de la diosa embalsamada su abrazo le produjo el estremecimiento incendiario más fuerte de su vida.

Domingo 17 de agosto 2008











María Fernanda Sánchez Barros

      CONFESIONAL

    Quien se limita a contemplar / no tiene hambre,

    no se acuerda de sí, de sus raíces, ha olvidado a su

    madre, se limita a buscar información. Le pasó / lo más terrible:

    no desea”

    Juan Gelman

      La realidad del cielo no es real

      Dijo Miguel Angel.

      Después / antes de Gelman, cuando el amanecer

      entró con el sol por la ventana

      nos contamos sueños.

      -Ni un pajarito nos anunció la madrugada,

      -No hay pajaritos, me dijiste.-

      Es solamente así que te conozco, te reconozco(...)

      y vos me conoces.

      Pienso en el exilio del amor y en su destierro,

      veo la ropa al costado de la cama, guardando la realidad

      de la que somos cómplices sin serlo.

      El deseo es necesidad de cambiar lo contemplado

      -Hasta Salguero

      le dije la otra noche a un taxista

      La cristalinidad

      de tu mano en el pincel

      es implacable.-


Juan Marcelo Warijchuk


La cátedra del macho

En una casa de tatuajes, cayó ese oficinista, motoquero, con toques de maricòn sensible; usa traje oscuro y corbata gris de seda. Ese tipo se hace el metalero scuchando Nightwish y O’ CONNOR, mira los Cariñositos y tiene un bolso de “Hello Kitty”. Él está en ese tugurio que apesta, para hacerse un tatuaje de oso cariñoso, ya tiene uno de los teletubbies en el culo y otro de frutillita en el pecho. Se mira en el espejo, escucha Motorhead en su celular con MP3, y saca fotos de los posters de Megadeth y Iron Maiden. Se enorgullece de sus piercings en los pezones, y se hace el duro, con una agenda de Para Ti. Su único deseo fue ese tatuaje multicolórico, lleno de niñez absurda, de amor de niño desamparado. Después monta su moto y se va hacia el departamento, adornado de orquídeas, rosas blancas, almohadones rosados y paredes con cinta púrpura de empapelar. Él es un pseudomarica; para a comerse diez choripanes sin tomar vino y se va a su casa, donde lo esperan: los sillones fucsia, el acolchado lila y una taza de té.