LAS RAZONES DEL SEMINARIO
El Seminario de Teoría y Crítica Literaria correspondiente al año 2009 se compone de los siguientes textos y autores: LA CONCIENCIA DEL SEÑOR ZENO, Ítalo Svevo; LA CONDICIÓN HUMANA, André Malraux; EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS, Dino Buzzati; LOS MONEDEROS FALSOS, André Gide; EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS, Joseph Conrad; MEMORIAS DE ADRIANO, Marguerite Yourcenar; LA MUERTE EN VENECIA, Thomas Mann; HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA, José Saramago; y EL CASTILLO EN EL BOSQUE, Norman Mailer.
La primera razón que puede dar cuenta de la elección de estas novelas es pedestre, prolijamente arbitraria, pero absolutamente insoslayable: me gustan, las leo y las releo con placer (algunas, como es obvio, más que otras), aspiro a que se transmita mi entusiasmo al respecto. Es el riesgo que se corre cuando uno asiste a un seminario: algo tan subjetivo como el gusto (la empatía, la identidad, la inclinación) de quien lo dicta opera como un factor predominante. Y agregaría: es una constatación tan inevitable como necesaria.
La segunda razón resulta, acaso, tan pedestre como la primera: considero que son novelas, cada una en su registro y en su particular propuesta, soberbiamente escritas. Este argumento no sólo es adocenado, sino que debería ser obvio; pero en una narrativa como la contemporánea (desde la argentina hasta la norteamericana, salvo clarísimas excepciones), donde predomina la escritura basta, tal obviedad deja de serlo para convertirse en una razón de peso.
Creo, por fin, que cada una de estas novelas marcó una época, es paradigmática: desde la introducción del psicoanálisis como tema literario en la ficción (LA CONCIENCIA DE ZENO) hasta la resignada y suicida asunción de la espera (EL DESIERTO DE LOS TÁRTAROS) pasando por la épica (LA CONDICIÓN HUMANA), la brillante introspección (MEMORIAS DE ADRIANO), el diálogo con la más pavorosa oscuridad (EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS), la experimentación de las formas (LOS MONEDEROS FALSOS), la celebración de la ficción (HISTORIA DEL CERCO DE LISBOA), la lenta degradación del sujeto (LA MUERTE EN VENECIA) o el notable riesgo que supone tomar al personaje histórico más inasible del siglo XX e insertarlo en una trama ficcional (EL CASTILLO EN EL BOSQUE).
Razones, pues, no faltan; pero acaso -sólo acaso- tampoco sean necesarias.