Taller de Creatividad
De la Palabra a la Imagen:
Coordina: Paula Mujica Láinez
Este taller lo armé para que funcione como disparador de lo creativo. Combino diferentes técnicas donde los integrantes que asisten al curso, juegan con la palabra, las imágenes, armando relatos escritos y narrados. El proceso se realiza a partir de la creación de un personaje que luego se combinará, dentro de una historia, con los personajes creados por otros alumnos. Llegamos aquí trabajando con distintos cuentos que pueden ser leídos, inventados grupal o individualmente. Esta historia o cuento pasa a ser representada por el grupo, es decir, pasa por el cuerpo. En éste tramos del curso investigamos la actuación desde el movimiento.
Luego pasamos a la etapa del dibujo, jugando allí con el color, la forma, etc, para introducirnos en fotografiar la historia, armando una suerte de fotonovela.
La última etapa consiste en registrar (con filmadora o cámara fotográfica digital con opción a filmar), la historia desarrollada. Con esto le damos al curso una continuidad donde cada alumno puede jugar, no sólo creando una historia, sino viendo cómo la misma recorre diferentes espacios artísticos.
En cuanto a los materiales que se utilizan, pueden ser desde los más simples a los más sofisticados, dependiendo de las posibilidades y del interés del grupo, ya que se puede dar el caso de que un grupo quiera profundizar más en alguna de las etapas.
No es necesario que sean escritores, ni actores ni artistas plásticos, ni fotógrafos ni cineastas, tampoco importa la edad. Porque se trata de desbloquear las trabas creativas, soltando la imaginación, dándole la libertad con el permiso que todos tenemos para hacerlo.
Hasta ahora, el taller que estoy dictando en la Biblioteca, es nuevo y sólo hemos trabajado la primer etapa, donde contamos con el armado de distintas historias creadas por los asistentes.
María Pía
JUGANDO CON LA LOCURA
Por la grieta de la pesada puerta de madera vieja, miro al CORONEL CALVO (así se hacia llamar en honor a su pelada),que camina con pasos certeros y automáticos dentro del mezquino cuadrilátero que es su cuarto.
Habla solo, cambia los tonos, se pregunta y se contesta.
Cada seis pasos se detiene: respira hondo. Levanta los brazos y allá en lo alto cruza sus manos…abre su boca y con voz grave casi ronca lanza al espacio frases teñidas con consonantes “RRR”:
“”Los torrentes de remate sin remedio torturan mi ser””
Luego en voz muy baja repite como letanía una y mil veces
la misma frase.
Parado en el ángulo derecho del cuadrilátero retoma su marcha con sus pies planos a cuestas que le pesan.
Se descalza, se sienta, el piso cementado está húmedo. Se recuesta, baja la mirada, suelta sus brazos a los costados.
En el centro del cuadrilátero quedaron sus zapatones punta gastada de goma como TROFEO que sólo él con su propia imaginación saben a que batalla ganada corresponde.
Segundo trabajo
Jugando con el personaje
ibOtí
Ella es indiferente. Me mira sin verme. Pone cara de asco y yo la repito. Así, la copié, la primera vez que se me apareció en la pantalla grande, en ese cine que es mi cabeza. Tiene una cabeza pequeña y unos ojos muy grandes y verdes de ese verde pasto después de la lluvia. Su pelo hace una mueca seca, como un jardín rebelde, intervenido
por un loco.
Ahora su pelo cobra demasiada importancia. En esa cabeza hay apariciones, crecen gomitas elásticas, lanas, hilos y plantas, que se extienden, se estiran, retuercen como las serpientes de la medusa griega. Pero se llama Rita, y trabaja en una panadería de San Telmo, que queda en la calle Perú al 300. (esto lo averigüé en un libro de
Enrique Molina).
Es hija de las formas, se transforma y se deforma cuando está en movimiento. Parece digital. Se vuelve completamente humana cuando se mantiene quieta, lo cual es un gran esfuerzo para ella, porque en movimiento es atemporal, es una constante renovación o versión de sí misma. Pasa de los 20 a los 27, salta a los 58 y retrocede a los 50, genuina parece ser tal su naturaleza que de un tirón va a los 200 años y acepta de regreso 134 años menos.
Mirándola hasta donde puedo ver, parece, que en vez de piel es una cáscara de manzana lo que la recubre. Tiene olor a manzana y si pudiera acercarme este metro ochenta que nos distancia, probaría morderle un hombro a ver como sabe. No habla castellano, bueno, en realidad, no me habla y tampoco puedo concertar donde es que vive. Sonríe, calladamente y se apaga sobre un fondo blanco, cada vez mas blanco, celeste , azul... azul, azulado.
Tercer personaje
Personaje: Charly
Alto, delgado, languilíneo, un poco andrógino.
Ojos: normales, de mirada oblicua y penetrante.
Manos angostas de largos dedos.
Cabello castaño, lacio. Labios muy marcados. Tez pálida,
nariz recta. Andar ágil, pero no apresurado.
Edad: 30 años aproximadamente.
Vestimenta: excéntrica. Levita y galera color
rojo-anaranjado, zapatos negros.
Narración de Marta: Denise era una niña de 9 años muy agradable, vestida y peinada de época, estilo algún Luís. Tenía un vestido de seda con faldones, unos zapatos con hebilla y un poquito de taco y unas medias largas blancas. Su cabeza estaba llena de bucles rubios, sus ojos eran claros y muy sonrientes y en general sus facciones eran muy armoniosas.
Mostraba un aspecto muy angelical y se la veía contenta y locuaz, de vez en cuando se le escuchaba una carcajada cantarina.
Terminada la fiesta, que resultó ser la escena de una película, me topé con ella y fuimos caminando al encuentro de su madre.
En el camino se mostró muy dicharachera y pasaba de unos tímidos silencios a una atropellada locuacidad. Pero siempre dentro de un marco afable.
Otra fue la situación que se produjo con su madre. Ella al verla, muy cariñosamente le preguntó por la experiencia. Ante mi asombro Denise se transformó; pasó a contestarle de una manera impertinente y caprichosa. Se transformó, como si hubieran prendido una llave, de una criatura angelical a un verdadero demonio.
Narración de Diana: La nena que se apareció en la imagen tenía más o menos 7 años. Llevaba puesto un vestido blanco que le llegaba a las rodillas y terminaba con puntillas en la falda y en las mangas. Con una cinta en la cintura con un gran moño atrás. Los zapatos eran tipo Guillerminas y también llevaba medias blancas. En su mano derecha tenía una muñeca de trapo con un vestido floreado. Su cabello rubio con rulos grandes en las puntas y un sombrerito blanco. Su rostro era bien rosadito, con una boca pequeña y labios finos. Tenía una nariz chiquita y puntiaguda.
Sus ojos grandes de color azul, las cejas rubias y pestañas arqueadas. Parecía muy simpática, dulce y tímida a la vez con una mirada angelical. Se reía todo el tiempo. Ella me tenía agarrada de la mano. Y a veces cantaba y me miraba como si me invitara a jugar, pero siempre nos manteníamos en el mismo lugar. Parecía muy contenta y feliz.
Narración de Diana: Miguel y Chicha son un matrimonio muy feliz a punto de cumplir 10 años de casados. Tienen una niña llamada Capitu, de 5 años, muy bonita y simpática. La niña tiene de mascota un conejo y un sapito muy travieso que siempre andaba saltando por toda la casa. Para su aniversario de casados, Miguel y Chicha decidieron hacer un viaje a Las Vegas. Dejando a la niña al cuidado de su abuela porque tenía que ir al colegio. Aunque a Capitu no le gustaba la idea. Entonces sus padres le prometieron que le iban a traer muchos regalos.
Al día siguiente, la pareja, empezó a preparar su viaje de luna de miel.
Chicha le comentó a la abuela de la niña que iban a ir a jugar al casino, y ésta le aconsejó que se llevaran al conejo y al sapito para que tengan mucha suerte. Pusieron a las mascotas en unas cajas que llevaban cada uno y emprendieron su viaje. Cuando llegaron a Las Vegas se alojaron en un hotelito bastante lindo y cómodo. Descansaron un buen rato y por la noche se fueron al casino llevando con ellos a las mascotas bien escondidas. Jugaron un largo rato a la ruleta tocando al conejo cada vez que hacían una apuesta, cuando ganaron bastante dinero se fueron a las máquinas tragamonedas.
Estaban jugando muy entusiasmados ya que el conejo y el sapito les estaban dando mucha suerte. Miguel, en un descuido, deja la caja con el sapito en una máquina y éste pega un gran salto que cae al suelo y logra escaparse. La gente del lugar empezó a correr y a gritar para todos lados al ver al sapito saltando por todo el salón. Miguel al darse cuenta de esto empezó a perseguirlo y no lograba atraparlo.
Mientras tanto, Chicha, se quedó en la máquina, escondiendo al conejo. Al rato agarró todo el dinero que habían ganado y salió disimuladamente para que no la descubrieran que ella también tenía al conejo. Esperó a Miguel afuera hasta que pudiera salir.
Adentro todo era un caos. Miguel tratando de atrapar al sapito y la gente corriendo por todos lados. Cuando logró atraparlo la seguridad del casino lo echó del lugar. Se encontró con chicha y se fueron al hotel recordando, con gracia, todo el episodio. El dinero que tenía les alcanzó sólo para unos pocos días, así que le compraron algunos regalos a la niña Capitú y decidieron volver a Bs. As. Cuando llegaron, prometieron no volver a Las Vegas. Por lo menos no con las mascotas de la niña.