lunes, 30 de julio de 2007

¿NUEVAS TECNOLOGÍAS, NUEVAS FORMAS NARRATIVAS?


MARTA ROJZMAN

Este artículo es una primera aproximación a una de las áreas de impacto de las nuevas tecnologías en las formas narrativas. Examinaremos otras áreas en futuras entregas.

Acceso a la blogósfera.

Cada vez que hay un cambio tecnológico, induce transformaciones en esferas de producción simbólica. No se sabe si se puede elevar esta observación a ley general histórica, pero se observa la recurrencia de modificaciones en las formas narrativas cuando cambian los instrumentos que se usan para darlas a luz.

Ahora, iniciado el 2007, tenemos en pleno auge el fenómeno emergente de la blogósfera. Cualquiera tiene la posibilidad de abrir un blog con nulos o escasos conocimientos en materia de informática digital. Internet es ahora un territorio abierto a todos, todos podemos ser "autores", publicar nuestras ideas, dar a conocer productos terminados o pensamientos a medio cocinar. Podemos agregar fotos, imágenes de cualquier tipo, música, conectarnos con otros blogs. Hay una serie de posibilidades no tan nuevas, pero ahora en constante aumento y utilización progresiva.

¿Qué es un blog?

Un web-log, es literalmente un lugar que habla en la red.

En lo esencial, es una especie de cuaderno de apuntes, de libreta virtual para anotar y hacer público lo que se le ocurre al dueño del blog. Mediante "posteos" cotidianos o semanales, o con cualquier frecuencia, el blogger hace saber, por intermedio de la red, en qué regiones anda. Como ya mencionamos, puede publicar sus comentarios sobre libros, sobre noticias de actualidad, sentimientos, pensamientos, fotos testimoniales o familiares, conexiones a sitios con música de su agrado.

Lo que lo diferencia de la libreta de apuntes, y la diferencia es sustancial, es que los posteos están abiertos al público infinito de la red. En un momento pueden ser pensados como diarios íntimos no tan íntimos. Nos provocan sensaciones mezcladas como cuando leíamos publicado el "oficio de vivir" de Cesare Pavese, con esa incomodidad y curiosidad que proporciona ser conciente de que ese material no lo pensó el autor para ser publicado.

En el caso del blog es justo al revés, el autor quiere exhibir lo crudo y lo cocido, quizá una celebración de una conversación con desconocidos o con amigos que también intervienen.

Porque la mayoría de los blogs tienen habilitado un espacio para la intervención de los lectores.

¿Cómo participan los lectores?

Algunos bloggers "editan" las respuestas de los lectores, establecen filtros y eligen qué saldrá al aire. Otros no, dejan actuar todo lo que entra. Hay gran cantidad de insultos gruesos en las respuestas, amparados en el anonimato que dan la red y sus "nicks" (nombres de fantasía para intervenir).

La red, la bendita "güeb", es efectivamente el lugar del anonimato por excelencia. La tímida respuesta de una señorita de Chascomús, ruborizada hasta la nuca por su atrevimiento, en realidad puede ocultar las ideas de un robusto kinesiólogo de origen finlandés sin un pelín de rubores en las barbudas mejillas.

No todo es insulto en estas viñas del blog. También hay sesudos intercambios de opiniones sobre temas interesantes para una gran cantidad de personas. Se publican debates sobre temas de actualidad, cada tanto hay uno que enciende el espacio virtual, con denuncias sobre plagios y otras lindezas. El tufillo a escándalo atrae, uno se acostumbra a husmear en los blogs en los que se comentan crímenes y desfalcos intelectuales porque puede ver las distintas posiciones sobre temas de interés.

También habrá blogs acerca de crímenes reales, con cadáveres exhibidos y pormenores de los juicios a los culpables, con el agregado de las consabidas opiniones morales o moralizantes y enumeraciones de listas de pecados sin demasiado rigor teológico.

¿No tendrá límites la expansión de la blogósfera?

No podemos aventurarnos en predicciones futurológicas, pero nos inclinamos a pensar en una especie de equilibrio de autosustentación. Se abren muchos blogs nuevos por día, por ahora el número crece en cantidades asombrosas. Pero también empezaron a cerrarse los blogs no concurridos, no interesantes, aquellos que sus autores dejaron caer sin postear nuevas intervenciones.

Los photologs

Una manera de compartir noticias fotográficas con amigos y desconocidos de la red es la también proliferante escena de los fotologs. Ahí las posibilidades de diálogo con gente distante se estrecha y a la vez son sorprendentes los ecos en lugares cercanos o lejanos del globo. Cantantes no demasiado conocidos, actores con escasa difusión en el mundo "real" encuentran posibilidad de difusión y eco para sus actividades que se amplifican de esa manera en el espacio virtual.

Por ahora aumentan y también se cierran o caen en desuso, igual que los blogs.

Novelistas que publican en forma de blog

Voy a apuntar algunas novelas encontradas en la red para ayudar a la comprensión de estos espacios narrativos de un género ya tradicional como la novela, pero en la red, con la posibilidad de tener solo texto, texto e imágenes, conexiones con otros novelistas, participación de los lectores en el cambio de la trama o en la creación de personajes.

Vayan a título de ejemplo:

365 - Novela Blog.

http://mujergorda.bitacoras.com

La lista es inmensa, navegue y descubra, intérnese en los links, piérdase.

Lo que parece un hallazgo es la posibilidad de participar en la elaboración de la novela de otro.

¿Cambia el concepto de "autor"?

¿Cambian las formas de narrar?

Y si, cambia.

Se insinúan nuevas líneas, se destaca otro tipo de lenguaje más suelto, quedan más a la vista los entretelones narrativos, los hilvanes, las formas de funcionar de una individualidad "colectiva".

La creación de "colectivos" de producción artística no es para nada nueva, ni tiene que ver con las nuevas tecnologías. Fue de uso frecuente, aceptado y difundido en el Renacimiento, en los talleres en los que se "fabricaban" las obras de arte plásticas más conocidas. La mano del "maestro", del "dueño" del taller era pregnante, pero los discípulos terminaban, ampliaban, intervenían. Las obras como las conocemos hoy fueron producto de un taller "colectivo".

Lo que cambia con las formas nuevas de literatura en la red es la posibilidad de la participación anónima, en algunos casos abre riquezas, en otros casos, bastardea. No había discípulo "anónimo", ahora si puede haberlo, hablemos más bien de participante, de posteador.

Hay blogs colectivos por definición.

Por ejemplo http://www.elboomeran.com/, que se autotitula "blog literario latinoamericano". Está mantenido por Santiago Roncagliolo y Marcelo Figueras. En realidad es un blog de editorial Alfaguara y "los dos cobran un sueldo por escribir allí" (según menciona Diego Erlan en su interesante artículo sobre blogs en la revista "eñe" del 30 de diciembre de 2006).

Blogs con existencia en los diarios de la red

Prácticamente todos los diarios que tienen versiones en la red, tienen blogs de comentarios a cargo de periodistas e intelectuales pagos a tal efecto. Se pueden recorrer las páginas de los blogs en clarin, el país, le monde, new york times, la lista es interminable. Y contiene cataratas de blogs sobre diversos temas, también sobre literatura, los crímenes más apasionantes del momento. Quizá sean un desarrollo de lo que hasta hace poco figuraba en la red bajo el nombre de foros.

Algunas preguntas (respuestas abiertas)

¿Todos podemos ser autores?

¿Un blog es una especie de diario íntimo público?

¿Todas las participaciones tienen valor?

¿Cambió el lenguaje o está en proceso? ¿La forma borrador adoptará forma definitiva?

¿Podríamos hablar de una Individualidad colectiva?

¿Se trataría de un tipo de narración literaria, periodística, coloquial? ¿Se confunden todas las tipologías o es que ya no importa la diferencia?

Finalmente

Vamos a contribuir desde este papel real a la bola de nieve virtual con estas recomendaciones sobre sitios de blogs acerca de literatura argentina. Recomendamos seguir los links que abren nuevas posibilidades de lectura.

En desorden, como corresponde, aquí van:

el remisero absoluto

el señor de abajo

charlotte papers

nacion apache

milanesa con papas, mandarinas,

wimbledon

y muchos más.

Feliz navegación.

Marta Rojzman

martaroman@gmail.com


domingo, 15 de julio de 2007

TERATOS

(CORTOMETRAJE)

Alicia Leonor Orlando

Escenografía de grano grueso y tono sepia, clima de barriobajero mal iluminado, esquina de cemento, graffitis, un bar con puerta de vaivén. El inquietante cartel con la inscripción Teratos va bien con el lugar. La cámara enfoca el perfil de un músico y su fuelle, las mesas, barajas, una pulseada, generala, se escuchan voces, una entona la letra del tango que ejecuta el fuelle …río sin desvío donde sufre la ciudad…¿Qué triste palidez tienen sus luces…

Ahí nomás, una escalera de caracol con peldaños mezquinos. La cámara va subiendo, como si subiera alguien.

Arriba una pieza, cortina de ventana meciéndose. Por ahí entran infinitos puntos de luz, resbalan sobre una cama turca destartalada, sobre un cuerpo adolescente, sobre pezones de aureolas rosadas, sobre un pubis. La luz resbala por la gomita roja en el brillo del pelo, por el khol negro alrededor de los ojos, por una pulsera de tachas y uñas barniz rojo rabioso, sobre una jeringa y la aguja que entra en la vena. El cuerpo se agita, la respiración se corta en flashes distorsionados. La historia no gana palabras, sí una angustia creciente expresada

por otro tango a través de la pared:…es hora de enfrentar coraje para iniciar un largo viaje, en un paisaje gris…

Abajo, un motor fundido o casi, tira cambios en la trama. Un hombre manco, pelo con raya desdibujada al medio, ojos bordeados por ojeras, un actor conocido, de los que saben componer personajes impiadosos, hasta crueles, podría decirse arltianos, baja del coche, enciende un Malboro. Empuja la puerta de vaivén con la rodilla. Llega la voz apagada, pero a la vez irónica, de un tipo sentado cerca de la entrada: - El gato anda buscando presa - Nadie levanta la vista, como si no fuera bueno prestarle la mirada. El encargado, le sirve whisky. El manco, vaso en mano, sube la escalera. El ascenso le provoca agitación asmática, un lado de la cara se contrae al contacto del humo del tabaco.

Arríba, empuja con la rodilla la puerta, entra, en un plano espiche la adolescente da una ojeada, se nota que tarda en comprender que esa cara le es conocida. La utilización de otro plano lleva al hombre hacia la zona de luz, sobre los muslos firmes de ella. La da vuelta, mira su mirada perdida de mil y una noches, le acaricia el vientre.- Linda piel- dice. La cubre con el humo del
Malboro, con el muñón le corre las piernas. Se sienta en el borde de la cama, se la oye crujir. Confusa y desequilibrada la chica trata de incorporarse.

- Trajiste, Pedro, trajiste -

- Vos sabés que hay tiempo, no seas impaciente, hay tiempo.- le contesta, mientras acaricia su pelo y dice que es una chica con suerte. Ella aparta la

cabeza, pregunta qué música es aquélla. Pedro no responde, pasa el muñón por

el tatuaje que ella tiene en el hombro. Le sujeta una mano, la lleva hasta su entrepierna, suficiente para desencadenar una respuesta en la bragueta. Sin dejar de pasar la mano, le hunde la cara en el pelo, en el cuello. Lame el lóbulo de la oreja, las inmediaciones de los labios, los quiere besar. Ella se resiste, Pedro le pregunta qué prefiere, entre qué y qué, al oído. Ella pide algo que no se entiende. El recorre el dulce perfil de los pezones, se aproxima al reducido vellón del pubis y se separa.

La cucharita que mezcla droga con whisky carga secuencia en crípticos blancos y negros. Las uñas barniz rojo rabioso chirrían en el borde de la cama.

- Chiquita –dice el hombre. La agitación asmática, carga gangrena en la voz. – Una buena dosis vale un premio – Y deja el vaso en el piso.

El -¡ Dame ! – es una súplica.

- Aflojá, te vas a ir de mambo un día de estos. Ya pasaste por una sobredosis. Cuantas líneas te mandaste hoy – pregunta, mientras se saca la ropa, la tira sobre la única silla. Ella trata de alcanzar el vaso. Pedro la agarra del cuello, la inmoviliza. - No te pongas cargosa- dice mientras acomoda el cuerpo sobre el de ella. Con excitación y desesperada urgencia le exige colaborar.

- Te gusta – pregunta – Cómo no te va a gustar.

La misma secuencia se repite y la repetición es utilizada para la fuerte escena de violación. A ella las náuseas la obligan a apartar la boca con un movimiento convulsivo y la secuencia se corta abruptamente.

Abajo en el bar, la historia no gana palabras, el sonido se expresa a través de otro tango. No hay segundo sin música. La luz se centra en el bandoneón.

Arriba, la chica vuelve la cara, en el film, no se le conoce nombre, Pedro nunca llega a nombrarla. El duerme, ella lo aparta como si se deshiciera de unas garras. Los ojos de Pedro se abren ciegos, vuelven a cerrarse. Ella estira el cuerpo hacia el piso, intenta algo, todavía no se sabe qué, el deslizamiento silencioso se apodera de la acción, toma el vaso, bebe, todo es distorsión en la
mirada, que es la mirada de ella, el cuarto, la luz a través de la cortina, un coro de voces… “aquella de la que todos hablaban porque todos la encontraban al volver de madrugada/ aquella…/ se tapa los oídos, aprieta el tatuaje del hombro,

como si quisiera arrancarlo, aprieta las venas heridas, los lugares del cuerpo donde las manos de él, han dejado manchas rojas. Se repiten pantallazos.

Otra vez el deslizamiento silencioso al borde de la cama, trastabilla, va hacia la ventana, la mano del brazo con pulsera de tachas corre la cortina. Un pájaro vuela con la aceleración de la sorpresa.

- Ahora es cuando me muero- dice.

La secuencia de la movilidad es larga, semeja una imagen descolgada de un crucifijo.

Abajo la calle está vacía, salvo el coche del manco arrimado al cordón.

La cámara abandona la escena, vuelve a las mesas, las sillas, los cigarrillos, el truco de los guiños, las bebidas, algo de la Blázquez, Yo quiero ser un barrilete…

Y la palabra FIN.

viernes, 6 de julio de 2007

LA VISITA

Gustavo Mario Fontana

A Horacio Quiroga

Sus ojos alumbraban la noche. Sus pupilas, exageradamente dilatadas, le permitían ver más allá de lo que ningún otro animal podría alcanzar a divisar en la penumbra de la selva. Con su andar sereno, sensual, atravesaba la cerrada vegetación casi imperceptiblemente. Se diría que sus patas no llegaban a tocar el suelo.

Pocas cosas podían hacerle temer. En la inmensidad del monte, ambiente impenetrable donde la lucha por la supervivencia era un hecho cotidiano, él era el amo. Esa autoridad fluía en su sangre así como el terror congelaba la de sus víctimas, a las que acechaba largo tiempo sin ser descubierto, sigiloso, casi a voluntad. Aunque no pudiera tomar conciencia de ello, ése era el mandato de un yaguareté.

Sólo algo lograba dominarlo, embriagándolo como los aromas de miel y azahar que brotaban de la otra orilla: la imagen de la luna llena reflejándose en el río. Podía permanecer inmóvil durante horas hechizado por ese disco de plata que inundaba la jungla con su luz, como si quisiera revelar el insondable misterio oculto bajo el follaje.

Aquella noche la luna no brillaba en el cielo, y el único movimiento que se alcanzaba a percibir era el de las aves nocturnas revoloteando entre los árboles gigantescos. Pero el yaguareté estaba inquieto, agobiado por esa atmósfera cargada de humedad. Hasta que repentinamente brotó del cielo una luna enorme, que despedía fuego por sus bordes mientras giraba sobre sí misma a una indescriptible velocidad.

Jamás había visto a la luna tan cerca de sus dominios. Entonces, por primera vez desde que había dejado de ser un cachorro sintió lo mismo que sus presas cuando intuían la presencia del yaguareté: eso era miedo.

La jungla se sacudió en medio de un rayo que incendió la vegetación más próxima al lugar, cuando el cuerpo luminoso descendió en un claro proyectando reflejos multicolores en innumerables direcciones. El yaguareté estaba aturdido por lo que sucedía frente a sus ojos. Aún dominado por el pánico, su instinto lo empujaba a seguir observando aquel espectáculo deslumbrante: ¿sería la luna que había bajado a buscarlo?

Cuando por fin amainó la tormenta desatada por el estruendoso descenso de aquella masa incandescente, una vez detenida, unas figuras luminosas surgieron de su interior. Entregadas a una hipnótica danza, como luciérnagas indiferentes, se separaron para internarse en la jungla hasta perderse de vista. De inmediato, el fulgor comenzó nuevamente a girar.

El yaguareté seguía encandilado cuando otro relámpago lo encegueció. Con el rugido de un trueno la luna de fuego se elevó y desapareció, dejando una inmensa nube de polvo tras de sí. Los animales huían despavoridos ante el caos, con sus gritos y chillidos, creando una salvaje coreografía alrededor del felino petrificado, ajeno a ese aquelarre. La primera estrella de la mañana lo encontró allí, temblando.

La luna no volvió. Pero desde entonces el yaguareté contempla el reflejo de la luna en el río con un mudo temor, desde aquel claro del monte donde un enorme círculo de tierra quemada es fiel testimonio de la visita.

Gustavo Mario Fontana

ES LA HORA Gustavo Mario Fontana


La ansiedad apura el paso. Y canta la calle:

Vamos señores, de a uno, con la entrada en la mano.

¡Hay gorro’, bandera’ y vincha’!

— ¿Tiene dié’ pa’ la entrada, maestro?

Mientras tanto, las manos del policía no se enteraron que el partido está por empezar y siguen palpando, sin saber en realidad qué es lo que buscan. Junto a las vallas, un cementerio de encendedores y pilas va creciendo proporcionalmente a la seguridad de árbitros y jugadores visitantes.

Pasamos los molinetes. ¡Adentro, por fin! Al subir la escalera parece interminable, y el corazón bate el parche enfundado en los trapos amados hasta que, ya casi sin aliento, uno se asoma por la boca de la tribuna y un escándalo de colores le estalla en la cara…

— ¡Es la hora, es la hora / es la hora de ganar…!—. La música de las tribunas nos acuna en una danza frenética entre papeles y serpentinas. Las banderas entonan al viento el discurso de la pasión. El sol es un artista regando el césped con reflejos irisados, aunque algunas nubes quieran amenazarlo con robarle protagonismo.

Pero el gran momento se acerca. Saltan al campo los once bravos, los héroes de mil batallas, los gladiadores que defenderán la camiseta entregando hasta la vida de ser necesario… ¡o que se vayan y no roben más!

Hasta que llega el instante esperado. Los relojes se paran, la respiración se corta, sólo se escucha el silbato del juez y parece que el mundo dejara de girar. La pelota está en movimiento, otra vez la esperanza de un triunfo, un grito de gol, un domingo de fútbol.