martes, 28 de julio de 2009

Taller de lectura de OSVALDO GALLONE

NOTA SOBRE
El desierto de los tártaros
por Alicia Orlando


La reiteración angustiante en las obras de Buzzati, Conrad o Kafka, refiere al vaivén entre pesadilla- realidad.

En "El Desierto de los Tártaros" de Dino Buzzati, la reiteración se encuentra en la inmovilidad absoluta del tiempo y el espacio. Los personajes no pueden dejar la fortaleza ya que el tiempo no transcurre, no hay declinación física en los individuos. El teniente Drogo, protagonista, sabe que han pasado quince años desde su entrada a la fortaleza, pero no tiene conciencia del paso del tiempo. Existe un solo signo real, sus ascensos hasta llegar a coronel.

La dilatación de los acontecimientos se hace infinita (lo que se piensa hacer y lo que se va a hacer cuando estén dadas las condiciones). De ahí la dinámica exasperante de la reiteración. La palabra mañana parece cercana pero inalcanzable. Los tártaros y la fortaleza son la esperanza. Con la venida de los tártaros llegará el día de gloria, y todos suponen a los invasores de distinta manera, pero nadie los ve. Igual ocurre cuando el teniente Drogo se pone una capa y la prenda resulta invisible para los otros.

En cuanto al espacio, la fortaleza es multiforme, sin límites precisos, está en todas partes, todo el espacio es la fortaleza, un laberinto pesadillesco, nadie puede salir y todos quieren hacerlo. Drogo dice que parece un larguísimo muro con nada detrás.

La fortaleza cumple la función del sujeto colectivo, quien mata y quien muere carece de nombre, lo importante es la eficiencia con que se mata y no la muerte, diluyendo así al sujeto singular.

Casi toda la novela está contada desde Drogo. El héroe épico busca la batalla, Drogo tan sólo la sueña, sin haber hecho nada de provecho. Y cuando parece producirse un ataque y posibilidades de batalla, el médico y el coronel lo obligan a irse, razones que provocan tristeza y resignación… pide un catalejo, pero espera no divisar nada, que la carretera estuviese desierta, ni la menor seña de vida.

¿Y si todo fuese un engaño y la novela, una mera fantasía del protagonista?

Consumido por la enfermedad, afronta la única batalla definitiva, en la oscuridad de un cuarto, aunque nadie lo ve, sonríe.