miércoles, 21 de julio de 2010

HIPERTEXTOS ERAN LOS DE ANTES por MARTA ROJZMAN

(LITERATURA Y NUEVAS TECNOLOGÍAS)

En esta tercera entrega continuamos pensando la relación entre nuevas formas literarias y las nuevas tecnologías. En las comunicaciones actuales referidas al desarrollo del espacio digital ya no se habla tanto del concepto de hipertexto.
¿Por qué? Porque se da por supuesto que todo el mundo informatizado lo maneja y lo usa sin preguntarse ya qué es. Por eso es el momento para volver a preguntarse qué es un hipertexto y si sufrió modificaciones en su historia.
Un hipertexto es un texto con enlaces a otros cuerpos de significación. Pueden ser otros textos relacionados con un link al principal, o pueden adoptar la forma de figuras, dibujos, gráficos, pinturas, fotos fijas. También pueden enlazarse sonidos de voz, música o videos, películas, imágenes en movimiento.
De esta manera un hipertexto tiene una trama variada de signos.

RAYUELA de Julio Cortazar

Es posible ubicar a esta novela como un protohipertexto. Por la manera especial de relacionarse los capítulos y la “libertad” de elegir los caminos de lectura.
Esto es ocasión para preguntarnos por los caminos de la libertad en las navegaciones actuales.

Navegadores libres o Ulises encadenados
La sobreabundancia de información y las seductoras posibilidades infinitas del flâneur por la red dan una ilusión de potencialidades y caminos múltiples abiertos a la voluntad personal.
Pero en algo se diferencia el navegante de la web del flâneur de Baudelaire o de Walter Benjamin. En primer lugar lo obvio, uno vagabundea por la ciudad y el otro vagabundea por los caminos de la red. Se usan distintos músculos, los del dedo índice o los músculos largos de las piernas.
En segundo lugar, lo no tan evidente, la complicación de la ciudad es finita, los barrios se reconocen por sus aspectos y hasta por su olor. La red no tiene perfumes aún, pero tiene “barrios”. El mapa de navegación de cada uno es analizado por robots comerciales – tipos de software que “leen” nuestros hábitos y nos “denuncian” al gran capital - para saber qué venderle, qué publicidad oculta o visible es posible introducir en cada página.
Los mecanismos mercantiles en las calles de los conglomerados urbanos son más “ingenuos”, están segmentados por porciones de mercado, pero en la red están hechos casi a medida de cada individuo. No olvidemos que cada persona fatiga casi siempre los mismos sites, repite el mismo paseo virtual casi todos los días.

¿Posibilidades infinitas de un hipertexto?

La ilusión del vagabundeo infinito y libre por toda la red es vana. Partimos de un hipertexto que nos linkea a otro y así desembocamos en otro y el centro está en todas partes y no hay límites al radio que define a la circunferencia. Eso creemos.
Todo lo contrario. Nuestro habitus, en el sentido en que lo define Pierre Bourdieu, la cantidad y calidad de nuestra educación, lo que ya sabemos por posición social y grupal, definen los “lugares” que rozamos o profundizamos en cada navegación.

El “entreleer” de Macedonio Fernandez
Al transitar la linealidad de los textos tradicionales ya advertimos que contienen enlaces. Por ejemplo, las notas al pie de página, los organizadores paratextuales - según la denominación de Gérard Genette - , las bibliografías, índices, citas.
Estos enlaces obligan a una lectura salteada aún en los “viejos” textos, un ir del cuerpo principal al secundario.
Pero es en la red donde por fin florece, se expande y vive el verdadero “lector salteado” de nuestro incomparable Macedonio Fernández. Dice en “El museo de la novela de la eterna (primera novela buena)” : “eres el lector sabio, pues practicas el entreleer que es lo que más fuerte impresión labra, conforme a mi teoría de que los personajes y los sucesos solo insinuados, hábilmente truncos, son los que más quedan en la memoria.”
El “entreleer” es in nuce el concepto que estamos buscando.
Los hipertextos, cualquier página, nos remiten a una nueva manera de leer. Saltear a la manera de un lector-autor. La atención no admite textos demasiado largos, la información se busca rápido. La mayoría de las veces sé lo que quiero y lo quiero ya.

¿Un hipertexto es un híbrido o un monstruo?
Un híbrido es un ser formado por elementos de distinta naturaleza. Pero dentro de una cierta similitud de los elementos desiguales. Por ejemplo, el sorgo híbrido es producto de la unión de dos tipos de sorgo.
Un monstruo, en cambio, es un ser formado por la conjunción de elementos de distinta naturaleza. Verbigracia, el minotauro es la unión de un toro y un hombre en un mismo cuerpo. Eso vuelve único al monstruo, solo, no pertenece a un colectivo, no tiene semejantes. Borges lo comprendió muy bien y nos relató la tremenda soledad de Asterión.
Volvamos a nuestros hipertextos, no están solos. La enorme profusión de hipertextos conforman una sociedad, se comunican o pueden hacerlo. Pero cada hipertexto está formado por “elementos de distinta naturaleza”. Un hipertexto tiene elementos visuales, sonoros, textuales, en suma multimediales.
De manera que también tiene características monstruosas.

Amor y pornografía entre hipertextos
La relación entre los hipertextos puede ser amistosa, de colaboración. Incluso puede ser que entremezclen sus tentáculos con intenciones pornográficas, eróticas.
Pero los autores de los hipertextos, y los que los leemos e interactuamos con ellos, podemos estar en posiciones antagónicas.
La red puede ser un campo de luchas ideológicas, tensiones y fricciones. O puede presentar territorios extensos de amores, entendimientos y pax vobiscum.
That’s all, folks! Hasta la próxima entrega.